LA NECESIDAD DE CONOCER Y APRENDER DE DIOS, DE LA PERSPECTIVA PROFÉTICA DE OSEAS.
Cuando hablamos de la educación de cada cristiano nos enfocamos, generalmente en la escuela dominical. Sin embargo, la Biblia nos muestra que el aprendizaje del pueblo de Dios está relacionado con los aspectos más íntimos de Dios, los cuales se encuentran en las profundidades del texto sagrado, y para encontrarlas, necesitamos indagar un poco más que escuchar un sermón o un devocional.
En primer lugar, siempre que hablamos del profeta Oseas, nuestra mente nos lleva inmediatamente a uno de sus versículos más conocidos “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento.”. (Cfr. Os. 4:6a). Pero estas palabras tienen una profundidad tremenda cuando encontramos las razones que llevaron a su escritura.
Ahora bien y para contextualizar, debemos recordar que tras la muerte del rey Salomón, Israel se dividió en dos reinos. Al norte el reino de Israel y en el sur el reino de Judá. Luego de varios años esta división hace su aparición el profeta Oseas, el cual vivió en la primera mitad del siglo VIII a.C., por tanto fue contemporáneo de los profetas Amós y Jonás. Profetizó un poco antes que los sureños Isaías y Miqueas. En este sentido, el ministerio profético de Oseas se desarrolló cuando Jeroboam II reinaba en Israel y el imperio Asirio aún no subyugada a dicho reino, el cual vivió constantemente sumergido en los cultos paganos cananeos.
Estudiando la realidad que experimentaron los profetas de la época, y entre ellos Oseas, el teólogo español José Luis Sicre, expone que en este tiempo se experimentaron tres grandes problemáticas en el reino.
La primera de estas problemáticas fue de carácter religioso, donde el culto a dioses extranjeros, especialmente a Baal, se produjo a razón de que los israelitas, tras asentarse en Palestina y dedicarse a la agricultura, no creían que Dios pudiese ayudarlos en este ámbito, ya que para ellos Yahvé era un Dios guerrero que lo libró del faraón en el pasado, a diferencia de Baal, dios cananeo de la fertilidad y las lluvias. Además, con esta falsa idea de Dios, los sacerdotes fomentaban “cultos vacíos”, es decir cultos con una piedad sin raíces y con una fe mal interpretada. En otras palabras, era un intento de manipular a Dios, eliminar exigencias éticas, contentarlos con ofrendas, sacrificios de animales, peregrinaciones y oraciones.
Con este tipo de creencia, se genera la problemática política, donde la nación de Israel comenzó a relacionarse con Asiria, estableciendo relaciones diplomáticas, militares y de comercio, con el simple propósito de obtener, mantener e incrementar el poder político y sus riquezas. Por lo cual, surge la tercera problemática la desigualdad social, ya que para lograr lo anterior, los gobernantes, jueces y comerciantes utilizaron la opresión del pueblo, la injusticia de los tribunales, la explotación de los campesinos y la marginación de los pobres (Sicre, 2000).
Al respecto de lo anterior, nos podemos hacer la idea de que la carencia del conocimiento de Israel no estaba en los aspectos militares, administrativos, gubernamentales o económicos, sino que su falencia estaba radicada en el desconocimiento de las intimidades más profundas del carácter de Dios, debido a que su fe, a lo largo de su historia, comenzó a adquirir matices religiosos influenciados por conocimientos ajenos a Yahvé, permitiendo el surgimiento del desconocimiento de la ley de Dios. En este sentido, Óseas expone duramente estos hechos, ya que para el profeta, Dios, es Dios de justicia, es Dios que fomenta la hermandad entre el pueblo y no tolera la opresión de los débiles.
Tristemente Israel no escuchó a Dios ni a sus profetas, y finalmente en el año 722 a.C., fue asediada y conquistada por el imperio asirio, enviando al exilio a los sobrevivientes de la guerra, quienes jamás volverían a su tierra.
Imaginémonos ahora la salvación, gracia y misericordia que hoy gozamos en Jesucristo. El Nuevo Testamento nos revela que tenemos una salvación muy grande (Hebreos 2:3), una gracia que sobreabunda (Romanos 5:20) y una misericordia enriquecida (Efesios 2:4-5). En otras palabras, hoy tenemos mucho que aprender de Jesús, de su mensaje, de su amor, de su servicio, de su obra redentora, de su iglesia y lo que le tiene preparado para el futuro.
Es por lo anteriormente expuesto, que es de suma importancia que nos capacitemos y conozcamos más de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. No para temas personales y egoístas, sino que con el propósito de servir correctamente a los demás, de proteger a lo necesitados, de cuidar a los enfermos, viudas y huérfanos, y de llevar el Evangelio de Cristo hasta lo último de la Tierra haciendo más discípulos para la gloria de su nombre.
- BIBLIOGRAFÍA: Sicre, J. L. (2000). Introducción al Antiguo Testamento. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino.
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